“Tras meditar profundamente después del Resurgir en Coruscant, el
Maestro Saibot llegó a la conclusión de que necesitaba ahondar aún más en la
Fuerza viva. Con años de práctica había conseguido entender muchos de los
misterios que le rodeaban, pero al mismo tiempo sentía que su aprendizaje estaba
todavía lejos de terminar si es que tal cosa era posible en el vasto universo
en el que la providencia le había hecho existir. Además, el haber compartido entrenamiento
y misiones con los maestros Gylderon y Kvothe le había afectado también a un
nivel profundo, y poco a poco empezaba a sentir que el eco de una antigua
llamada iba reverberando en su interior.
Los días pasaban y a su trance se sumaron las noticias de que el Maestro Kvothe
dudaba en si dejar la Orden, al tiempo que nuevos padawans se presentaban a
comenzar su entrenamiento. Un ciclo se cerraba y otro se abría… De pronto, como
un relámpago, los fragmentos dispersos de todo lo que le rodeaba y de todo en
lo que había estado pensando parecieron congelarse y cristalizar en una sola
cosa: una idea, que poco a poco fue emergiendo pura desde las profundidades de
su mente como un loto entre el fango: ¿Dónde proseguir ese aprendizaje sino
entre los Maestros perdidos? ¿Dónde enseñar a los recién llegados los caminos
de la Fuerza mejor que en el lugar donde nacieron sus primeros eruditos?
Decidido, el Maestro Saibot se puso en pie y con un simple y
decidido paso emprendió el más importante de sus viajes: Volvería a El Valle
del Jedi.
Ha
habido un despertar… ¿Lo habéis sentido?”